sábado, 30 de julio de 2016

Apraga y vámonos


Turismo nocturno por la ciudad fue un gran descubrimiento en nuestro viaje, pero lo de Praga fue otro nivel. Llegar de Rumanía a Praga se basó en dos trayectos, ambos sin cama, donde confortables asientos permitieron nuestras cabezadas.
Praga, una ciudad que en pocos kilómetros abarca una gran cantidad de historia. ¿Objetivo? Un día para conocer lo máximo posible sobre ella.

Nuestro anfitrión... Qué decir de él. Así empezando por algo, su nombre, Petr en su DNI, mascotilla (pet) para Alba y Levy para los amigos. 

Pudimos comprobar que los microondas, los instrumentos de cocina, el somier, la lavadora, el frigorífico y hasta la intimidad de la ducha se pueden volver prescindibles en algunas viviendas. Aprendimos que leer correctamente las características del Airbnb te puede salvar de muchos apuros, pero que con meditación todo se arregla.
Dejando a un lado el vino 
demisec, más tirando a sec que otra cosa, encontramos de casualidad un buen vino español, como no: Don Simón.


Majestuosos monumentos albergan en cada esquina, a cada cual más fascinante. Un muro de John Lenon en un lugar anteriormente oprimido por el comunismo, crea una magia dentro del barrio de Malá Strana. Música y deliciosos 
trdelník inundaban las calles de esta ciudad. Aunque recorrerla de arriba a bajo tuvo su recompensa, un gran banquete sin nada que envidiar a la comida española.
Por supuesto decidimos estrenar la noche praguense e ir a una de sus discotecas más conocidas, donde unas 4 plantas con cascadas de humo, bares de hielo, heavys ochenteros y un ambiente cuanto más surrealista acabó con sabor a pizza pesto y una breve cabezadita. 



Saludos desde nuestro centro de equilibrio.


                          


No hay comentarios:

Publicar un comentario